lunes, 20 de agosto de 2007

Caida Libre


Fueron dos semanas sin empates ni término medio, como está acostumbrado Racing, mordiendo la banquina tanto en la euforia como en la depresión. Pasó de un triunfo ante Olimpo logrado en la cancha pero elaborado en un vestuario motivador —"Ponelo así: vamos a salir campeones", decía el técnico en la previa—, a la derrota (segunda al hilo) de un equipo desinflado. Banfield le mostró el camino por el que debía bajar; y Gimnasia lo empujó hacia el llano. Y hacia los temores y las inseguridades de un grupo que, con tres fechas jugadas, tiene que sumar puntos para no perder de vista al puntero (está a seis) pero, sobre todo, para armar una base que le evite caminar en la cornisa del descenso en el final de la temporada.Costitas debe preocuparse por la ausencia de juego, de confianza y de resultados. Gimnasia le desnudó a Racing todas las carencias. En ataque, una marca ajustada en el medio sobre los pocos que pueden llevar la pelota (Pellerano, ¿Salcedo?) lo expone al pelotazo. Y lo ejecuta sin vergüenza, ya que Sava, el mejor, las aguanta, las cabecea y las mete. Pero está demasiado solo, porque el Piojo la toca poco, mal, y sigue muy desatinado con el arco. La baja de Moralez es la madre de los problemas, pero con el Enano, en Bahía, tampoco había sido un equipo lúcido; de hecho, los dos goles de aquella tarde también fueron hijos del juego aéreo, hoy la única arma que parece tener la Academia. Y ahí las contradicciones. Tan habituados a la cancha de arriba, Racing lo perdió ayer en un bochazo que encuentra a Carranza mano a mano con Cabral (se duerme el defensor) y en una pelota parada en la que Sosa (como en toda la tarde) perdió con Desvaux. Y si, como dijo Costitas, este plantel puede soñar con una patriada a lo Ciclón (pasó de un semestre terrorífico a campeón), si puede ser candidato al título y aspirar a la cima, no podía apunarse en los 1.280 metros de altura de San Salvador. Pero sí: se apunó y lo hicieron bajar al llano. ¿Con qué argumentos? Con juego, simplemente. Con circulación de pelota, nada menos. Lo hizo Banfield y lo repitió Gimnasia. Porque el Lobo la manejó mejor, por Marcelo Quinteros y Ricky Gómez en las bandas y por César Carranza arriba. Porque el medio de la Academia tiene deuda de piernas con Adrián Bastía corriendo solo a los que le pasan por los costados. Y porque, en esta pobreza, no puede darse el lujo de desperdiciar los mano a mano del Piojo López en el primer tiempo y de Erwin Avalos en el final, o de dilapidar la ventaja que había conseguido. A un equipo que está para campeón, esta clase de partidos, contra un rival que llevaba ocho fechas sin ganar y cinco derrotas al hilo, no se le escapan...