sábado, 20 de junio de 2009

Objetivo Cumplido

Listo. Misión cumplida. Se terminó... Racing es de Primera y de Primera no se va. Con menos sufrimiento que en temporadas recientes, como la pasada, en Jujuy firmó su renovación de contrato con la máxima categoría del fútbol argentino. E incluso una fecha antes del final. Quién te ha visto y quién te ve, Academia...Ni en la cabeza del hincha más optimista se dibujaba este final allá por principio de año, cuando Racing coleccianaba una frustración tras otra de la mano del Chocho Llop y otra vez avizoraba un futuro con Promoción. Pero con Ricardo Caruso Lombardi llegó el milagro. Mejora del juego, lento crecimiento futbolístico, recuperación de confianza, brillo cuando se pudo y el rival lo permitió y, claro, puntos. Que al fin y al cabo son una consecuencia de todo lo otro y no una casualidad de la vida. Y en Jujuy, contra un Gimnasia descendido, todavía con una fecha por jugar, Racing cantó victoria en un partido tan feo como ese descenso que amenazaba a la Academia pero se llevó al Lobo local. En medio de los roces, los forcejeos y la falta de vuelo, a la que Caruso contribuyó al sacar al Mágico Grazzini y meter a Leandro González al inicio del ST, en una de esas apareció un centro y apareció Franco Sosa. Y así, de pelota parada, tras un córner, el defensor primero la calzó la volea y luego le pidió disculpas a esos jujeños que lo vieron dar sus primeros pasos en el fútbol. Pero, a la luz del resultado, tan equivocado no estuvo el DT de Racing, porque fue el propio González el que liquidó el partido sobre el final de la tarde, tras un gran pase de Lluy, para que la gente soltara el grito de alivio y el "Caruuuuso, Caruuuuso".Ahora, a Racing y a Caruso, les queda la última fecha, contra Newell's en Avellaneda, para bañarse el orgullo y el alma con la más maravillosa música del fútbol. Y, al fin, disfrutar la despedida... Hasta el sufrimiento que viene.

domingo, 14 de junio de 2009

Paliza y Fiesta

Cuando Caruso Lombardi agarró la Academia los hinchas le dieron el visto bueno porque sabían que era un técnico sacapuntos. Y lo es, realmente, porque con el mismo plantel con el que Racing hacía agua con el Chocho Llop, sumó 24 puntos y está ahí nomás de salvarse de todo.
Y fue una victoria construida en un tiempo, sin sobresaltos porque Boca apenas había inquietado a Migliore con un tiro a quemarropa de Gaitán, que el arquero de Racing se sacó de encima con unos reflejos impresionantes. Punto para el arquero, que desde su solidez, transmitió confianza para que el equipo pudiera soltarse con la pelota.Racing siguió apostando a la entrega en el mediocampo. Con Yacob sobre Riquelme y peléandole el terreno a Battaglia, condicionado después de la amonestación. RIquelme, con muy poco, se las ingenió para inquietar con sus tiros de media distancia y con pelota parada. Pero le faltó movilidad como para que el juego pasara por él y nunca se llevó gente como para generar más espacios, ante un equipo que se sabía de antemano que iba a estar bien parado, ordenado en el aspecto defensivo, uno de los otros pilares en los que Caruso apoyó su reconstrucción.Y apareció un héroe impensado. Porque cuando nadie lo tenía en los planes, Lucas Castromán aprovechó una patriada de Lucero que se llevó puesto a Battaglia y se la dejó servida para que el delantero definiera ante la salida del Pato.Ahí se desplomó Boca y Racing se adueñó de todo, adentro y afuera de la cancha. Fue un gol que sirvió para descomprimir. Positivamente para la Academia y negativamente para Boca que nada más pudo hacer. Y llegó el segundo, también con un jugadón de Castromán que se la dejó servida frente al Pato. Y el tercero, con una jugada maestra de Grazzini, que incluyó un sombrero, un amague y un quiebre de cintura para quedar mano a mano y definir delante del arquero.Racing festeja, está ahí nomas de olvidarse de los fantasmas que hace tantos años los persiguen. Y con un buen colchón de puntos pensando en lo que viene. Que también tendrá que ver con el sacrificio y el sufrimiento.

lunes, 1 de junio de 2009

Punto que Suma

Si están donde están, angustiados en la indigencia, raramente se les pueda pedir otra cosa. ¿Correr y poner? Dejaron hasta la última gota de sudor. No permitieron respirar a ningún adversario. Por momentos la pelota iba y venía, cortada, maltrada, en lo que llegó a parecer un aburrido partido de tenis. Por otros, cuando al fin algunos encontraron un mínimo de precisión, el juego se hizo, si no vistoso, muy vertiginoso. ¿Orden y eficiencia? Si lo que buscaban fue no dar flancos, prestar atención casi desmesuradamente, cumplir a rajatabla la misión encomendada a cada uno para evitar que el rival evolucionara en la cancha, sin duda, lo lograron. Y si el objetivo primario era no perder, también dieron en la tecla. ¿Si les alcanzó? Eso se responderá según el cristal de cada uno. ¿Les faltó fútbol para zafar de ese 0-0? Claramente. Durante buena parte del partido se mataron a centros, a pelotazos al bulto, como casi exclusivo argumento ofensivo. Por supuesto, por eso están donde están.A todo o nada. También les faltó audacia. Especialmente al Lobo, más acuciado, más necesitado de los puntos. Ese Gimnasia que pudo ganarlo, sí, pero que dio algunas ventajas fundamentales. Por caso, la chambonada imperdonable de Cardozo para dejar a su equipo con 10, a un equipo que, convengamos, no le sobra nada. También que su técnico no se decidiera a buscar un triunfo que necesita como el agua. No lo hizo y cometió un doble pecado: su equipo tuvo su momento cercano a la gloria cuando en un cuarto de hora del segundo tiempo, como los boxeadores exigidos de una mano salvadora, ambos se sumergieron en un atrapante golpe por golpe. Racing lo pudo ganar. Justamente en ese rato de acción en las áreas en que el 0-0 pendió de un hilo, o sobre el final del pleito, cuando el local entró en zona de impotencia. Aunque en ambos lapsos, Sessa también haya sacado lo suyo. Caruso acabó lamentándose de la suerte grela representada en un rebote en el palo (valiente aventura de Yacob), sin recordar que el travesaño de su arquero aún debe estar vibrando por un chutazo (también de otro partido) de Cuevas. Es verdad: tuvo media decena de situaciones favorables, algo impensado para un choque jugado con alma y hacha. También que no capitalizó el hombre de más, que llegó a los ponchazos, que fue tan dependiente de los centros a la olla como su rival. Tal vez, la gran diferencia haya sido que contó con un Aveldaño que devolvió los mil y un bochazos que llovieron por arriba. Paso a paso. Tantas similitudes, tantas carencias, hacen más entendible el cero final. Aunque no represente lo mismo para uno que para el otro. El viaje de regreso a Avellaneda llevó una buena cuota de alivio por un punto que vale más que eso, en una fecha en que todos los demás desvalidos jugaron para la Academia.