miércoles, 25 de marzo de 2009

106 Años

Otro periodo más se plasma y desemboca de manera inexorable, tal como el paso del tiempo, en una fecha que es la génesis misma de todo un sentimiento y una forma de vida. Cada vez que el 25 de marzo se hace presente en el almanaque, como hoy, Racing celebra el paso de un año más en su extensa y rica historia, que representa mucho más que los 106 años que al presente ostenta la institución. Un club que conoce de historias por millares y de ascensos a la gloria máxima a la que se puede aspirar, tanto en lo institucional como en lo deportivo, como de caídas al más profundo de los abismos cuando estos órdenes fundamentales no son manejados de la manera en que corresponde hacerlo. Y a su lado siempre la gente. Incondicional, seguidora e inoxidable. La misma que también hoy festeja el natalicio del club como propio en más de un sentido, ya que desde los albores mismos de la historia, aquella fusión de dos pequeños clubes del barrio de Avellaneda como lo eran Barracas al Sur y Colorados Unidos, nació un romance sin tiempo. Muchas veces se derramaron lágrimas de alegría y de tristeza, pero el amor continúa y se desplaza en paralelo junto a la historia: sigue escribiéndose a sí mismo y nunca termina, tan sólo suma nuevos capítulos. Hoy se escribe el número 106. Celebrarlo con un sentimiento de orgullo será más que suficiente, mientras se espera que el año próximo se sume otro a esta novela, que empezó alguna vez pero que no terminará jamás.

lunes, 23 de marzo de 2009

Punto y Receso

En la previa se veía como una parada complicada y en efecto, en los primeros minutos del partido, Estudiantes mostró esa intención frente a Racing. Los platenses comenzaron con muestras de monopolio de la pelota, pero sin lograr inquietar más allá de la mitad de la cancha y frente a una Academia que lejos de desesperarse ante la iniciativa rival, esperaba con orden y solvencia en el fondo y con un mediocampo que intentaba equilibrar la lucha en ese sector para poder generar ocasiones para Caballero y a Lugüercio.Con el correr de los minutos, la veloz marcha del equipo local empezó a tener una merma clara y Racing aprovechó la oportunidad para adelantarse en bloque y además, pasar a emparejar por momentos las acciones del partido. Si bien Estudiantes contó con algunos remates al arco -Fernández de larga distancia en dos ocasiones y un débil cabezazo de Bosselli-, nunca llegó siquiera a incomodar en serio a Pablo Migliore. Los dirigidos por Ricardo Caruso Lombardi no contaron con aproximaciones claras, pero conservaron una línea que permitió mantener la idea fija en buscar el arco rival y no en sufrir los ataques de su competidor.Durante el segundo tiempo el panorama general no sufrió grandes modificaciones, aunque ambos equipos se animaron a jugar más. Antes de los primeros diez minutos de esa etapa, apareció la jugada de gol más clara del partido pero Mariano Andujar resolvió bien un mano a mano frente a Pablo Caballero. Luego de esto, Racing tuvo un pico en su rendimiento mediante el cual merodeó varias veces el área rival en base a jugadas esporádicas y pelotas paradas. Estudiantes dependió mucho del armado de juego en los pies de Gastón Fernández y sobre todo de Juan Sebastián Verón, y recién sobre los instantes finales pareció animarse a ir de nuevo en búsqueda de la apertura del marcador. Pero al igual que en la primera etapa, la defensa de Racing y las propias limitaciones locales impidieron que el cero se modificara de manera definitiva en La Plata.

lunes, 16 de marzo de 2009

Un Final Diferente

Si fuera una cuestión de tamaño testicular, Racing, este Racing emparchado con remiendos ya usados, tendría asegurado un lugar de placer, ajeno a la incertidumbre de la permanencia. Pero le cuesta, y mucho, dar pie con bola, establecer conexiones frecuentes entre gente de igual camiseta y fijar las condiciones para que las ocasiones para vulnerar el arco rival no dependan de asuntos fortuitos. No se le exige a Ricardo Caruso Lombardi que le dé brillo a un material opaco: bastante con hacer de las tibias voluntades al mando de Juan Manuel Llop un conjunto capaz de algunos movimientos ordenados en defensa y dispuesto al sacrificio sin retaceos. Ayer, aquella región le dio un motivo de satisfacción: por primera vez en el torneo no sufrió goles y la pareja de centrales se arregló para no sufrir con la contención... de un solo hombre, el pisador Caruso, abandonado a una lucha despareja en especial cuando Godoy Cruz perdió a Encina. Sin las innovaciones de sus dos primeros partidos, Caruso se vistió con lo clásico. Pero Falcón como volante por derecha y Castromán en ataque le demostraron que su renuencia a convocarlos de arranque está justificada. Antes que chapa y pintura, Falcón demanda afinación. Lento, sin capacidad para recorrer la banda, terminó por cederle función y lugar a Sosa. Lo del tucumano fue otro guiño para el DT: es uno de los pocos que pueden encarar, vertical, y llegar al fondo. Y es casi el único apto para lograr que la pelota llegue a destino cierto. A Castromán, al menos, habrá que reconocerle el empeño, una búsqueda por todos lados que en pocas ocasiones prosperó. Apenas en el comienzo del segundo tiempo pudo quebrar su custodia y servir un pase atrás aunque sin continuidad. Esto es Racing, un cuadro que gozó de un veranito anticipado en el Apertura y ahora, con los primeros vientos, tirita sin que le alcance el abrigo de unos refuerzos que nominalmente cumplen esa condición. ¿Podría haber ganado con más comodidad? Sí, de hecho Ibáñez fue sostén de los visitantes. La afirmación no lo releva de inquietud. ¿Qué hará contra adversarios fuertes, sin el movimiento prolijo, pero liviano, de los mendocinos? Quizá, desde el entorno, se recurra a la terapia de shock que anoche estimuló a Caballero y González. Probablemente se encomiende a la recuperación de los ausentes (Zuculini, Cáceres, Ramírez, la incógnita que representa Grazzini). Sin dudas, recurrirá a más de lo mismo, una de las pocas cosas a la que está habilitado: meter con constancia, dejar jirones y sufrir sin pausas. El recreo de ayer le servirá para tomar aire y fuerza.
Con tan poco juego, el futuro promete más sufrimiento. Salvo que estos tres puntos desaten los pies, liberen las piernas de los grilletes, despejen las cabezas y le saquen fuego a una pelota que quema.

domingo, 8 de marzo de 2009

Goleada y Promoción

Los goles le pegan en donde más duele, en el alma, que está más en pena que nunca: Racing quedó en Promoción, perdió por goleada ante un rival que no había arrancado bien el torneo, mostró los peores síntomas y, por si faltara algún sostén numérico para remarcar la catástrofe, hace diez partidos que no gana y sacó tres puntos de los últimos 30 que disputó... El tercer gol, el segundo de Matías Giménez, fue algo así como una guillotina para un enfermo terminal. Racing ya estaba listo... Más allá del veranito que insinuó en el arranque del segundo tiempo, cuando había acertado un par de pases seguidos, su destino en Victoria estaba escrito. Un equipo que no es tal nunca puede ilusionarse con algo bueno. Sin orden, sin criterio, sin carácter, sin rebeldía, ¿sin futuro? Racing es un desconcierto. Aunque está Caruso, sigue siendo el Racing de Llop (ayer, la gente volvió a insultar a los jugadores). Lo abruma la escasez de líderes, lo acorrala la incapacidad individual, se lo devora la presión...El resultado final establece la exacta diferencia que hubo y que hay entre Tigre y Racing. Ni siquiera cuando Franco Sosa clavó el descuento con la colaboración de Islas hubo un gol de distancia entre ambos. Porque mientras Tigre cumplía la premisa madre del fútbol (dársela a un jugador de la misma camiseta), Racing se baleaba solito en los rincones. Hoy, como ayer, Racing juega a lo que puede... Y como no puede mucho, hace lo que hace. Sin parecerse a La Naranja Mecánica, los muchachos de Cagna fueron bordando de a poco, al ritmo de Castaño, cada jugada. Tic, tac, sin lujos, sin ostentaciones, pero con practicidad. Movilidad en los dos volantes externos (más protagonismo de Giménez), proyección criteriosa con los laterales (más con Arruabarrena), inteligencia táctica de Lazzaro para retroceder y pivotear. Simple, sin estridencias, con eficacia.Entonces, para Racing, la comparación es odiosa: así, siempre va a quedar expuesto ante rivales que respeten esas pautas. Por lo visto, la inyección anímica que pudo provocar la llegada de Caruso Lombardi se desvaneció. Sus jugadores, evidentemente, no soportan el peso de semejante mochila. La pelota les quema. Ya no alcanzan las ganas de Lugüercio. Todo es fragilidad. Es cierto que el derechazo de Franco Sosa que reventó el travesaño pudo ser el 2-2, tan cierto como que siempre se vio clarito que Tigre estaba más cerca del tercero y del cuarto. Lógica pura.El panorama de Racing es desolador. Ahora quedó al borde de la hoguera. Pero su historia no merece ser quemada.

domingo, 1 de marzo de 2009

Asi es Racing

Era, hasta el último instante, una noche para hablar del efecto Caruso. Para afirmar que ese shock que se buscó al contratar al "Fabbiani de los técnicos" había dado inmediatos resultados. Pero no... Toda la energía, el optimismo y las ganas (al fútbol habrá que esperarlo) que había contagiado el nuevo técnico, y que se traducían en una breve pero justa victoria sobre Argentinos, se fueron al tacho en el cierre. Un tacho al que Campagnuolo le levantó la tapa. Pero es inevitable no pensar que se trata de ese otro efecto, el efecto Racing, que ayer terminó diluyendo al aura motivadora del técnico debutante.Si, como parecía, Racing le ganaba a Argentinos, le iba a quedar mucho trabajo por hacer a Caruso. Pero con los tres puntos en el bolsillo, se sabe, la tarea resultaría menos penosa. Ahora, en cambio, al bajón de este empate con pinta de derrota, de dura derrota, hay que sumarle otro dato inquietante: quedó en zona de Promoción.Quedó claro también que en el fútbol no se puede patentar una fórmula para ganar, que no hay una ecuación de manual para conseguir puntos. Porque Vivas, que respondió a la lesión de Sabia, un defensor, agregando a un delantero (Abán), terminó logrando menos peso ofensivo con tres puntas que con su esquema original. En el 11 de arranque, Peñalba, en rol de enganche, hilvanaba juego. Pero cuando se metió de doble cinco, la idea se diluyó y hasta generó que el comienzo de Mercier, su socio como pivote, también se desdibujara.¿Y Racing? Desde los nombres, parecía la antinomía de lo que paraba Argentinos. Un defensor central de 4, otro de 8, otro de volante central... Y todo el protagonismo para la enorme figura de Lugüercio. Era el argumento ofensivo de Caruso, que como diferenciadores de la propuesta de Llop mostró mayor orden defensivo, despliegue superior para recuperar en la zona de volantes y una exacerbada utilización del centro como arma de ataque. Ante este repertorio, resultó irónica la forma en que llegó al gol. Fue una jugada digna de un equipo con sólidos fundamentos ofensivos. Mercado pasó al ataque, ensayó la pared con Sosa, el volante derecho, cambió el sentido del juego con otra pared, esta vez con González, y culminó su faena con el preciso centro (nada de cerrar los ojos y pegarle al arco) para el cabezazo de Lucero.Y en tren de ironías llegó lo del cierre. Que un Argentinos que usó casi todo el partido tres puntas llegara al gol así, con el error amateur. Cierto es que no fue falta a Pavlovich la que sancionó Furchi. Pero lo del arquero fue tan grotesco que no invita a discutirlo. Tanta previsión de Caruso se le hizo trizas por culpa del tipo al que le confió el puesto más sensible del equipo. Y... Así es Racing.