lunes, 8 de febrero de 2010

Dura Caída

¿Algo más podía salir peor para Racing? La lista extiende el pánico: se llevó cuatro de Arsenal, que en las dos primeras fechas no había convertido, con seis tantos en su propio arco; profundizó los defectos expuestos en el arranque del torneo (incluso en la victoria ante Central); padeció la lesión de Licht, uno de los refuerzos, en el último instante y en una maniobra sin roce, y con el resultado propio y otros ajenos, quedó en la frontera del descenso. Hay más para el desencanto: su desempeño, ahora con intérpretes de mayor trayectoria a los que se había acostumbrado, promueve el pesimismo. Previsible para el que está enfrente, Racing allana caminos. Ayer dejó espacios generosos detrás de los dos volantes dispuestos para la contención (Falcón y Lucero), cuya permeabilidad se podía presumir por las características de ese dúo, diferente de lo que puede ofrecer. Con pases rectos de diversas longitud (el 1-1 llegó de un rechazo cerca del área visitante), Arsenal quebró esa línea y expuso a Martínez y Ayala al martirio de Jara. El cordobés, una inversión que Benfica ya se aseguró, sacó de paseo a esa dupla por velocidad, dominio y físico. Obolo contribuyó con aportes de tipo de área. Fue, para el Ratón, una rápida introducción a un fútbol del que se había ausentado por década y media. Esta vez, Racing estuvo más abierto por el centro que por las bandas. Es casi un detalle: a este ritmo se le hará arduo que su arco termine sin daño.Y también le costará sacarle provecho máximo a las incorporaciones ofensivas. Vivas, luego del 1-2 con Colón, había admitido debilidad en el funcionamiento por ausencia de un conector. Ayer no le funcionó Lucero, buscó con el retroceso de Castromán (de lo mejor en el tenue colectivo de la Acadé, con algunos rasgos del que supo impresionar en Vélez) y, sin abastecimiento preciso y frecuente, terminó por forzar el retroceso de Hauche. No es lo mejor porque al Demonio lo tienen registrado, con marca reforzada en la partida y una armada que lo espera en caso de superar la primera valla. Bieler es otro que padece. Pero no se nubla: a Hauche lo asistió en el 2-1 como a él deberían nutrirlo.El 2-2, a casi a los 30 del segundo tiempo, nació de un remate lejano de Galván cuando el control parecía asegurado. Más grave aún, pues en un poquito más de un cuarto de hora Racing ya no estuvo de oferta, sino de regalo. Hay mucho para revisar. Por ahora dispone de tiempo.

martes, 2 de febrero de 2010

Caída en el Cementerio de los Elefantes

Las advertencias de no subirse a las nubes, de intentar volar bajito al menos por las primeras fechas, no hicieron oídos sordos en el Cementerio de los Elefantes. Porque Vivas, más allá del fondo de su conciencia en el post partido ante Central, ya lo había dicho. Ya había asegurado que no quería entrar en el tren que va por las vías, por el caminito derechito, de los que pelean el campeonato. Porque sufrir decepciones es duro, y más todavía si en el mundo futbolístico no rueda otro nombre que el de su Racing maratónico, con pinta de mecanizado, que hizo furor en el albor del Clausura. Quizá la prueba de la cachetada era lo que el propio técnico racinguista quería ver antes de colgarse la chapa de candidato en el cuello. Y Colón se la pegó, con un Bertoglio espeluznante que dejó un surco en la derecha, que se embaló más de una vez –el gol de Fuertes fue producto de un jugadón del pibe que usa la 18 pero con acento a 10-, y un Lucero venenoso que cuando agarraba la pelota se atrevía a desafiarle la espalda a toda la línea de volantes y patear sin remordimientos. Tanto, que definió otra gran escapada de Bertoglio, de lo mejor del partido, de manera impecable. A esta altura, cuando la Academia ya se vio 2-1 abajo, apareció lo que parecía una cuenta saldada ante Central: el desorden. Es que Wagner se había ido y Ledesma era incapaz de ordenar el mediocampo, los puntas ya no la recibían clara y Hauche tenía que tomar el mando para abastecer a un Bieler estático, de fácil caída en el offside. Por la banda, Licht ya había dejado de tirar rabonas y pasar al ataque, y Lluy hizo que Mercado se extrañara demasiado. Racing era un desbarajuste y Colón aprovechaba. Le explotaba los espacios al máximo, le tocaba la pelota hasta el punto del estorbo, de la frustración. Una inflación atacó a la Academia. Una inflación de fin de semana que generó espejismos. Por eso Vivas no quería subirse al tren. Porque Racing llegó agrandado y salió a por todo en los primeros minutos. El porcentaje de ego creció mucho más con el error de Pozo. Racing se olvidó, en algún lugar de su memoria habrá quedado, de que, si bien un tropezón no es caída, llegar al Cementerio de los Elefantes con el pecho demasiado inflado juega en contra. Ahí, hasta los más grandes, hasta los más prometedores, caen.