lunes, 16 de marzo de 2009

Un Final Diferente

Si fuera una cuestión de tamaño testicular, Racing, este Racing emparchado con remiendos ya usados, tendría asegurado un lugar de placer, ajeno a la incertidumbre de la permanencia. Pero le cuesta, y mucho, dar pie con bola, establecer conexiones frecuentes entre gente de igual camiseta y fijar las condiciones para que las ocasiones para vulnerar el arco rival no dependan de asuntos fortuitos. No se le exige a Ricardo Caruso Lombardi que le dé brillo a un material opaco: bastante con hacer de las tibias voluntades al mando de Juan Manuel Llop un conjunto capaz de algunos movimientos ordenados en defensa y dispuesto al sacrificio sin retaceos. Ayer, aquella región le dio un motivo de satisfacción: por primera vez en el torneo no sufrió goles y la pareja de centrales se arregló para no sufrir con la contención... de un solo hombre, el pisador Caruso, abandonado a una lucha despareja en especial cuando Godoy Cruz perdió a Encina. Sin las innovaciones de sus dos primeros partidos, Caruso se vistió con lo clásico. Pero Falcón como volante por derecha y Castromán en ataque le demostraron que su renuencia a convocarlos de arranque está justificada. Antes que chapa y pintura, Falcón demanda afinación. Lento, sin capacidad para recorrer la banda, terminó por cederle función y lugar a Sosa. Lo del tucumano fue otro guiño para el DT: es uno de los pocos que pueden encarar, vertical, y llegar al fondo. Y es casi el único apto para lograr que la pelota llegue a destino cierto. A Castromán, al menos, habrá que reconocerle el empeño, una búsqueda por todos lados que en pocas ocasiones prosperó. Apenas en el comienzo del segundo tiempo pudo quebrar su custodia y servir un pase atrás aunque sin continuidad. Esto es Racing, un cuadro que gozó de un veranito anticipado en el Apertura y ahora, con los primeros vientos, tirita sin que le alcance el abrigo de unos refuerzos que nominalmente cumplen esa condición. ¿Podría haber ganado con más comodidad? Sí, de hecho Ibáñez fue sostén de los visitantes. La afirmación no lo releva de inquietud. ¿Qué hará contra adversarios fuertes, sin el movimiento prolijo, pero liviano, de los mendocinos? Quizá, desde el entorno, se recurra a la terapia de shock que anoche estimuló a Caballero y González. Probablemente se encomiende a la recuperación de los ausentes (Zuculini, Cáceres, Ramírez, la incógnita que representa Grazzini). Sin dudas, recurrirá a más de lo mismo, una de las pocas cosas a la que está habilitado: meter con constancia, dejar jirones y sufrir sin pausas. El recreo de ayer le servirá para tomar aire y fuerza.
Con tan poco juego, el futuro promete más sufrimiento. Salvo que estos tres puntos desaten los pies, liberen las piernas de los grilletes, despejen las cabezas y le saquen fuego a una pelota que quema.