domingo, 25 de octubre de 2009

Diez sin Triunfos

Toda persona, sea hincha o no de Racing, que vaya a ver un partido disputado por los jugadores albicelestes sabe de antemano que seguramente el encuentro será malo, aburrido, con pocas llegadas, muy impreciso, un cotejo donde la pelota vuele más por el aire que por el piso, en fin, sabe que lo único que puede esperar es que el conjunto de Avellaneda no pierda. Y el objetivo se cumplió con una gran cuota de amor propio que se vio en los futbolistas académicos durante el desarrollo de la segunda etapa.
Barbas trató de armar un equipo ofensivo, utilizando a Castromán, Grazzini, Lugüercio y Velázquez. Pero lo cierto es que Racing sigue con la misma falencia característica de la era Caruso Lombardi: no puede generar situaciones de gol. Cierto es que en el inicio mismo del partido Sebastián Grazzini desperdició una situación clarísima para abrir el marcador. Sin embargo, esta llegada profunda fue una excepción dentro del cotejo ya que luego La Acadé sólo pudo llegar con centros, pelotazos, remates de larga distancia y córners, como bien se vio en el tanto de Yacob.
La situación futbolística del equipo albiceleste es desesperante y no es la ideal para poner a prueba a juveniles dentro del conjunto titular. Una de las primeras pelotas que tocó el debutante Sainz fue con la cabeza, rechazando el balón hacia al medio, regalándosela a Salvio, quien no dudó en encarar y rematar de zurda hacia el fondo de la red. Ya a los 9 minutos el clima reinante era de preocupación por una posible goleada, sobre todo siendo concientes de que el rival de turno tiene jugadores para aprovechar de gran manera los contragolpes. Pero este Lanús está muy lejos de ser aquel que ganaba y pasaba por arriba a sus oponentes con buen toque y jugadas colectivas.
Blanco, de flojo desempeño, pudo haber extendido la ventaja cuando su tiro desde afuera del área fue desviado por De Olivera. Racing, por su parte, con mucha impotencia trataba de arrinconar a Lanús y las dos situaciones más claras para llegar al empate en ese primer tiempo vinieron de la mano de Castromán, con un tiro de media distancia que salvó excepcionalmente Marchesín, y de Yacob de cabeza tras un córner.
La primera etapa finalizó con la visita arriba por un gol y con los simpatizantes de La Academia despidiendo a su equipo a puro silbido y cánticos demandando mayor actitud `por parte de los dirigidos por Barbas. El mensaje pareciera que fue escuchado por los jugadores albicelestes.
Racing salió a disputar los segundos 45 minutos con el corazón en la mano, pero a la hora de hilvanar jugadas que finiquitaran en peligro para su oponente terminaba por chocar contra su propia inoperancia ofensiva. Pero tanto ir, tanto buscar, tuvo su recompensa: a los 15, Claudio Yacob conectó de cabeza un córner ejecutado por Castromán y el balón terminó pegando en el palo para luego colarse dentro del arco. Lanús, de pobre nivel durante el primer tiempo, bajo aún más su rendimiento en el segundo, lo que posibilitó que el partido se emparejara y terminara por convencer a ambos conjuntos que el empate era el resultado más justo.
Al cántico de “Y pongan huevo” los jugadores respondieron entregando todo su corazón en el campo de juego. Si a alguno se le ocurrió, o si le llegase a ocurrir, cambiar la palabra huevo por fútbol, la cuestión se complicaría extraordinariamente. Para dejar todo en la cancha no hace falta ningún don, ningún trabajo previo en la semana, absolutamente nada. En cambio, el fútbol sólo se consigue con jugadores aptos para realizarlo, con una idea clara de cómo llegar a ejecutarlo dentro de los estadios. Todos los hinchas racinguistas esperan que esto último se consiga con la llegada del nuevo entrenador alemán.