domingo, 17 de junio de 2007

Tres al Hilo


Con apenas tres minutos en cancha, el Rulo Romero birló un tiro libre ideal para el Piojo López. Bah, ideal por la joyita que había clavado Claudio en el primer tiempo. Por eso, el capitán de Racing casi que se lo come con la mirada al volante que colgó el remate y dejaba pasar una chance de empate. Hasta parecía una falta de respeto la actitud del recién ingresado. Parecía... Porque en realidad, no fue otra cosa que una muestra de actitud, una señal de lo que debía hacer Racing para cambiar un partido que pintaba cómodo para Godoy Cruz. El equipo de Costas recién fue dueño del trámite cuando decidió desacartonarse, cuando se olvidó de las ataduras y se llevó por delante a la excesiva prolijidad mendocina. La propuesta de cambio llegó desde el banco. Desde la mano de Costas y el empuje de Romero. El primer objetivo del entrenador fue acomodar las piezas en defensa para el segundo tiempo: Maciel, que no hacía pie en la zaga, se corrió hacia la derecha y Franco Sosa pasó al medio. Surtió efecto la innovación porque el conjunto muletto de Llop nunca más volvió perforar por la zona que pasó a ser de Panchito, ese costado tan endeble durante la primera parte y por donde cayeron los dos baldazos del Tomba. Ya había un problema menos. Pero el partido, más allá del empuje anímico del entrenador durante el descanso, lo desenrulo Romero. El Rulo entró (y jugó) para demostrar que quiere quedarse en Racing. Y la gente compró. Desde el tiro libre que le sacó al Piojo hasta el "Rulo, Rulo" que bajó desde la popular pasaron apenas diez minutos. En el medio, claro, Sebastián hizo algunas cositas para ganárselo. Como el centro medido para el 2-2 de Sava o como el toquecito hacia el triunfo, después de una guapeada de Bergessio y un remate cruzado de López. Ahí, bajó la ovación y, por gentileza, Romero la devolvió con otro gran envío para otro gran frentazo del Colo. A otra cosa.Como hacía mucho no pasaba, la Academia volvió a hilvanar tres triunfos. Dos de ellos en el Cilindro, los únicos de este Clausura. Y la gente de Racing, ésa que no paró de aclarar que alienta más en las malas, terminó el torneo igual que lo empezó. Ilusionada. Claro que este adjetivo queda mucho más simpático en un inicio que en un final. Pero es lo que hay. Y lo que hay es una idea que le escapa a los nombres, una búsqueda por recuperar la identidad perdida, ésa que hizo el ruido de una estatua al caer. Ya no hay misterios. Racing maquilló con ambición un triste torneo y, como siempre, la esperanza se renueva.