domingo, 1 de noviembre de 2009

Primer Triunfo

El hombre récord de la Mannschaft , con cinco mundiales en su foja, tuvo ausente sin justificativo cuando debía abordar el vuelo Frankfurt-Buenos Aires y frustró el shock anímico que esa decisión de la dirigencia de Racing había buscado. Hubo, sin embargo, acuse de recibo adentro y afuera. En el entorno, paciencia para moderar reclamos a pesar de los 11 partidos sin victorias. Y adentro, nervio templado para asumir la visita de Atlético de Tucumán como suceso de quiebre. Shock, eso que una Susana Giménez al natural y sin photoshop, provocaba desde una publicidad de jabón de tocador, fue lo que sacudió a Racing, ajeno a la tibieza.¿Fueron los tucumanos el rival ideal? A priori representaban una piedra en el botín, un rival al que le caía mejor el empate y que podía especular con que el cero en su arco desatar la desesperación local. En los papeles, los visitantes se cayeron con el primer golpe, sin espíritu que los blindara ante circunstancias desfavorables.Racing fue más que un acto de voluntad. A Juan Barbas habrá que reconocerle la restitución de algunos movimientos en desuso. Ya con Lanús, en especial en el segundo tiempo, y luego con Newell's, sobre todo en defensa, los muchachos elegidos por Barbitas habían expuesto subordinación a determinadas premisas. Y anoche recitaron a placer una lección aprendida en sus detalles.Como pocas veces en este Apertura, Racing asumió el traslado sin zapatos de amianto, se animó a que la pelota corriera de banda a banda, proyectó a los laterales para que recibieran con campo amplio, usó una franja -la izquierda- para aumentar su profundidad y presionó con coordinación. La ubicación de Castromán delante de los tres volantes fue otro acierto, porque el ex Vélez, aun con deuda física y sin la explosión de aquel Vélez 2005, confirmó su influencia en juego y palabra. Les dio indicaciones a sus compañeros, se asumió como guía y bancó más allá de la lengua: aceleró cuando la ocasión lo ameritaba, tuvo el pase exacto y dio apoyo en los recobres. Racing excedió a este solista, porque Lugüercio renovó la devoción de la gente con cabeza y compresión de que el sudor luce más con el soporte de la lucidez. La dupla con Caballero, otro punto alto, fomentó el sueño de un binomio con gol.A las 19.07, cuando los 11 de azul salían al césped, un nubarrón, espeso y negro, se alejaba del Cilindro. Racing, después, se iluminó sin demoras y terminó empapado. El baño le cayó a tiempo: lavó culpas, aclaró conceptos y terminó limpito. Ahora le toca cuidar la imagen porque el show debe seguir.