sábado, 4 de octubre de 2008

Ganó,Gustó y Goleó

Hubo una vez un día en que todos los hinchas de Racing, desde el más grande hasta el más chico, se fueron de la cancha felices, orgullosos como siempre pero serenos como casi nunca, o como nunca en los últimos tiempos, con el tensiómetro marcando una presión lógica, con la esperanza plena de que todo es posible con una noche como la de anoche. "Sólo faltó que a Llop le creciera el jopo", dijo, exultante, uno que apuraba la salida porque lo esperaban en su trabajo nocturno. Quizás ése hubiese sido el único milagro que le faltó a esta goleada perfecta de Racing contra Central, a este contundente rendimiento plasmado en el resultado, en el juego y en el ánimo.Desde que le den un penal después de 41 partidos -el último había sido el 2/9/07, 1-1 ante River- hasta que el Enano Moralez meta un gol de cabeza (anulado, finalmente, aunque no dejó de ser un logro del chiquitín haber cabeceado con justeza palermeana), todo salió bien. Esta vez no hubo oscuros duendes que jugaran en contra ni nada que 22 pies y 11 cerebros no pudieran manejar. Si algún hecho infortunado ocurrió, le pasó a Central, no a Racing que destrozó a su rival de punta a punta del partido: en un puñado de minutos lo liquidó a fuerza goles y después tuvo actitud de sobra para seguir buscando aun con marea a favor, sin sacar la pierna y sin cancherear abusándose de la decadencia ajena. Con tres goles de ventaja y un jugador más, el equipo se encontró en un momento del segundo tiempo con seis hombres en posición de ataque, listos para presionar y querer más. Moralez parecía dolorido pero seguía corriendo, jugando y haciendo jugar, aportando su alta calidad, la que muchos esperaban a comienzo de año, para el Clausura pasado, pero que llegó a pleno en este Apertura. En diferido, pero vale y mucho; igual que los huevos de Zuculini, un metedor con espíritu en estado puro, un guerrero que puede despertar simpatía por trabar con la cabeza, aunque su mayor virtud está en que jamás renuncia a una jugada: para recuperarla o seguirla, aun llevándose por delante a los rivales, como en el primer gol. O en el orden de Yacob, infiltrado por una lesión en sus aductores. En el vamos, vamos los pibes, en definitiva, se apoyó esta estructura aplanadora.Ni siquiera el penal inventado por Collado (en realidad, se lo indicó mal Claudio Roucco, su asistente dos) Racing se sintió sacudido. Y si algún fantasmita sobrevoló por Avellaneda, como cuando alguno amagó con recordar aquel 3-3 con Lanús que era 3-0, el viento se lo llevó rápido hacia otro rumbo. No había margen para malos pensamientos. Racing volvía a jugar bien y, como en la fecha pasada ante River, era contundente. Y como hacía rato no pasaba, todos se fueron a sus casas con la ansiedad de aguardar la llegada de la próxima fecha para seguir gozando.